Los parásitos en tus mascotas

Los parásitos han estado presentes desde siempre en el cuerpo y en los ambientes que rodean a los perros y los gatos en todo el mundo. Ellos llegan a las mascotas por diversas vías: unos por contacto directo con otros animales, con las heces o las excreciones contaminada y otros, como en el caso de los recién nacidos, se contaminan a través de la placenta o de la leche de sus madres previamente contaminadas.

Con mayor o menor impacto sobre la salud y el bienestar de los animales, los parásitos se pueden clasificar en internos o externos. Ambos deben ser tratados y eliminados cada vez que se presenten; muchos de ellos pueden ser transmitidos al ser humano y causar enfermedades (zoonosis se les llama a las enfermedades transmitidas de los animales al hombre) o solo molestias en el mejor de los casos.

Los parásitos internos – llamados también endoparásitos – afectan diferentes órganos del cuerpo de la mascota. Algunos se ubican en el sistema digestivo y pueden producir diarreas de diferente grado, vómito, mal estado corporal, pelo sin brillo, daños en las paredes y en otras partes del estómago, intestinos e hígado; otros se ubican en el sistema respiratorio con síntomas algunas veces muy delicados que pueden producir neumonías; el sistema nervioso y concretamente el cerebro también puede ser un sitio elegido por algunos de ellos y en otros casos, hasta el músculo del corazón alcanza a verse afectado. Pueden verse incluso, reacciones de las mascotas a sustancias tóxicas que algunos endoparásitos pueden producir y anemias de diferente gravedad en otras ocasiones.

Ciertos parásitos internos se observan a simple vista principalmente en las heces de animales contaminados, pero otros, es necesario la aplicación de pruebas de diagnóstico más especializadas para poder detectarlos y empezar el tratamiento correspondiente lo más pronto posible. Sin embargo, a pesar de que los desparasitantes y en general los tratamientos son efectivos en primera instancia y los síntomas desaparece en su gran mayoría, estos productos no suelen tener efectos duraderos y residuales en el tiempo y algunas fases evolutivas de los parásitos, pueden aparecer de nuevo; por eso lo que se recomienda es hacer chequeos y controles con frecuencia ( cada 2 o 3 meses si la mascota se encuentra en ambientes rurales o campestres y cada 5 o 6 meses sin son mascotas hogareñas ).

Los parásitos externos o ectoparásitos causan en la mayoría de los casos problemas de tipo cutáneo: rasquiñas, erupciones, alergias, caída del pelo, daños en la piel, sarna; también se puede presentar   enfermedades de mayor compromiso para la vida del animal que los padece, debido a que algunos chupan la sangre del huésped y de esa forma transmiten el agente patógeno o productor de enfermedad. En su mayoría, las posibilidades de contaminar a las personas cercanas a las mascotas infestadas son altas, si no se toman las medidas preventivas apropiadas. Estos parásitos se convierten en verdaderos problemas de higiene y bienestar para la salud de perros y gatos, cuando no son diagnosticados y tratados de manera contundente. En esta clasificación se encuentran las pulgas, garrapatas, ácaros productores de sarna, entre otros.

En general lo ideal es seguir los planes preventivos que los Médicos Veterinarios diseñan para controlar los parásitos. Estos programas deben incluir al animal y al ambiente en el que ellos vivan. Por lo tanto, para tener éxito y permanecer alejado de los parásitos, los controles químicos a través de los medicamentos antiparasitarios y unas buenas prácticas de manejo con las mascotas deben ir siempre de la mano. 

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